La palabra “Stencila” puede definirse como la técnica de impresión mediante el uso de plantillas. La pintura se aplica sobre el molde y el juego entre zonas enmascaradas y zonas libres va describiendo la forma deseada. Es una técnica muy barata (no requiere ni equipos ni materiales sofisticados y con una sola plantilla se pueden hacer muchas impresiones) y ejecutada con precisión puede dar resultados de muchísima calidad. Más que una técnica, en los países del primer mundo el stencil es una acción política: no sólo por el hecho evidentemente ilegal de rayar las calles, sino porque es una manera de oponerse a la producción industrial, una técnica que permite fabricar y publicar mensajes a un público masivo sin necesidad de someterse al sistema de medios, un grito de individualidad en medio de un mundo seriado. No es casual entonces que estemos ante el reencauce de una técnica que fue clave para los movimientos de izquierda de la segunda mitad del siglo XX: hoy como en aquel entonces había que encontrar la forma de masificar mensajes que no podían circular por el sistema oficial de comunicaciones.
Si hablamos de Buenos Aires, el arte callejero es algo único en esta ciudad. En otras ciudades, el graffiti es una infracción grande. Acá definitivamente no. Esta libertad de expresión permite al stencil afirmar su poderoso papel en el discurso público, específicamente con respeto al arte, la política y la sociedad.
El arte de ciertos grupos, como “BSAStencil”, “El Plan”, y “Mujeres Públicas” ha abierto un foro público en el que uno puede expresar las opiniones, disentimientos, y reacciones al estado político y social de la ciudad, afectada por la crisis económica y por su historia de dictadura. La presencia de estas realidades y cambios ha influido e inspirado un fuerte rol del stencil. Todo esto ha abierto la puerta a una conversación entre los artistas y el público. Las imágenes en las calles hacen que la gente piense en las situaciones corrientes e históricas que le afectan a nivel familiar, nacional e internacional, la mayoría de las cuales son reconocibles y son cargadas con gran poder: lo icónico, lo simbólico, lo cómico, lo oculto, lo irónico, y lo estético. El stencil es una forma de arte interactivo en el cual el mensaje y diálogo son más importantes que el nombre del artista . Y en los casos en que hay una firma del grupo, por ejemplo con la de “BSAStencil”, el sello funciona como una llamada al público a prestar atención al mensaje y a veces, a ponerse en acción. A través de la cantidad y la habilidad técnica de sus diseños, este grupo ha alcanzado un nivel de reconocimiento que usa para extenderse más al público. Por ejemplo, cuando George Bush llegó a Mar del Plata el 4 y 5 de noviembre del 2005, el grupo abrió sus puertas al público para unificar sus ideas en una manifestación usando el arte gráfico como una herramienta de protesta.
Aunque con la rapidez con que el sistema de consumo se apropia de las expresiones y de los medios propios de los grupos de contracultura, es difícil determinar el verdadero espíritu de este boom, lo que por lo menos es claro es que en la esfera del diseño gráfico el sténcil, con su fuerza y salvajismo visual, está oxigenando la gráfica.
Más que una técnica, el stencil es un lenguaje. Un lenguaje que habla del poder del individuo anónimo y del derecho a hacer de la calle un tabloide.
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