Nélida Saad cumple el rol, dentro de una sociedad revuelta por los resultados instantáneos, Internet y la televisión, de llevar libros a las escuelas. En realidad, su trabajo, fría y rápidamente, consta de lo siguiente: contacta a la dirección de una escuela y propone realizar su “Feria Del Libro”, y gracias a los autores y a las editoriales que le alcanzan sus libros para que ella los venda… logra un plan lector a la altura de cada distrito.
Pero detrás de todo el trasfondo económico de su trabajo, está lo que ella siente cuando logra un gran resultado. -¿Que significa?- Ver como se aleja un nuevo lector con un libro en su mano, el cual ella pudo recomendarle sabiendo que lo va a disfrutar.
Detrás de este emprendimiento hay un gran equipo, una asistente, Juana, que la acompaña siempre, un fletero, que logra que los más de tres mil ejemplares que moviliza, lleguen a destino; y ella, que dentro de su feria, narra un cuento, una historia, una ilusión que deja a los chicos boquiabiertos.
Piensa, luego dice: “Yo he contado un cuento en escuelas con alumnos que mascan chicle, y te miran como diciendo… ¿a ver de que habla esta vieja loca?” –dice levitada de su asiento y con sus manos apoyadas en su pecho sosteniendo el orgullo, porque la mayoría de veces, esos mismos alumnos terminaron aplaudiéndola enérgicamente. “No existe el imperativo de leer, sólo se tiene el gusto por la lectura. Y creo que difícilmente se logre fuera de la familia. A veces pienso que es genético.”
Una señorita llega con su bandeja y mientras deja los café, logra captar la energía de Nélida, y lo asume con una sonrisa
“La lectura es educar la cabeza, sólo se abre con la lectura, y así podemos conseguir la comprensión de la misma para poder lograr entender un texto. Después de eso podés aprender matemática, lengua, lo que sea. Y todo eso te enriquece. Hoy en día hay mucha gente que se inicia tarde en todo esto.”
“Un tipo que empieza a leer aprende a captar la vida, la ironía, el humor de las cosas que suceden… a darse cuenta donde está parado o que le quieren decir”.
Me intriga saber que piensa de Internet donde todo se copia y se pega y se lo pregunto en un combo de diversiones abstractas como
“Lo que pasa es que las mentes ahora son más rápidas y pueden hacer tres o cuatro cosas a la vez. A mi edad, yo sigo aggiornandome <Aggiornar: actualizar, modernizar, poner al día>…como así la vida también va cambiando. Hoy si no te aggiornás no servís más, viene otro y te saca el lugar porque todo el mundo necesita soluciones rápidas. Pero entonces también hay que leer para “ponerse al día”.
“Mirá, en las ferias que organizo, hubo padres que venían a contarme como eran sus hijo para que yo pudiera orientarlos para regalarles un libro. Y te lo agradecían ¿sabés cómo? Y te hablo de gente humilde, “gente de overol”, clase media baja. Y eso se motiva también. Las ferias son un fiesta, donde los invitados son los alumnos, los directivos, los padres, los maestro y/ o los profesores. Tenemos grandes escritores en Argentina. Este país es una gran feria de libros. No te olvides que
Después de charlar más de una hora con Nélida, ella empieza a resumir todo lo que siente por la literatura metafóricamente. “El valor de una palabra se logra cuando se ve escrita, después la escribimos y así enriquece nuestro vocabulario”.
Y entonces se me ocurre preguntarle por algún ítem que no le gusta de la literatura.
“Mirá, odio el futbol” -se exaspera- nunca me gustó, siempre fue un tema de distracción… pero descubrí los cuentos de Fontanarrosa “Cuentos de futbol argentino” ¡y me apasionan!”
Ya sin muchas cosas por decir y después de dos horas de charla, termina diciendo: “Una persona que puede verse en un libro o encuentra pares dentro de él, logra tener personalidad, identificación y la opción de encontrar una solución que te la va mostrando la historia. Y que puede ser una solución para él también”.
Antes de levantarnos se me ocurre preguntarle algo. ¿Creés que nuestra fortuna en la vida, y no hablo de lo económico, proviene de alguna carencia antológica?
y en ese momento, esta niña de 72 años, que fue directora de escuela, profesora de latras y una madre abocada a sus hijos... agacha su cabeza y se quita sus lentes para respirar profundo (logro entender que acaba de descubrir una emoción en algún rincón) "¿Sabés una cosa? -me dice entrecortada- en mi casa no había para comprer libros."
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