El pasado cinco de enero
llegó a las salas el film “Un mundo seguro” el primer estreno argentino de 2012
y Arterias de la Ciudad
no podía dejar de estar presente.
La noche más esperada
Fotografía: Lucecita Mar |
Antes de descorchar los
tintillos arribó el director Eduardo Spuagnuolo. Feliz, inquieto y ansioso como
un chico esperando su regalo de reyes, se sorprendió por la cantidad de
personas que asistieron “La verdad pensé que no llenaba ni el 10%” declaró
entre risas frente a una sala casi llena.
¿Cómo aceptar que tenemos
miedo? ¿Cómo aceptar que necesitamos ayuda? “Un mundo seguro”, la perturbadora película
de Eduardo Spuagnuolo, nos adentra en la vida de Patricio Podestá, un soberbio
y exitoso hombre de negocios del universo de la tele, que sufre un terrible
hecho de inseguridad del cual ni su fama ni su fortuna pudieron salvarlo.
Como
todos los que han sufrido hechos de violencia o de robo en la calle, Patricio busca
sentirse seguro en su casa. Su fortuna y su abogado le consiguen una casa con
la más alta tecnología en seguridad. Donde nada ni nadie puede molestarlo,
salvo sus recuerdos que lo llevan a descontrolarse, con licor y merca a
mansalva, sumiéndolo en un estado de locura, paranoia y oscuridad absoluta.
Por fortuna no todo es tan
oscuro en la casa Podestá, se cuela una luz amarillista por la televisión que
le da respiro al espectador. Antonio Birabent y Carla Crespo interpretan a dos
dignos representantes de la tv basura que se consume a diario. A través de
situaciones delirantes, sádicas y burlonas exponen la vida de Podestá y lo
amenazan en vivo y en directo con que saben la verdad de lo que ocurrió aquella
noche.
En estos tiempos en que
diarios y programas de tv fomentan la paranoia y el sensacionalismo, donde se
gastan fortunas en seguridad y la gente se muda a “countries” y barrios privados
tratando de comprar la sensación de seguridad, a más de uno le gustaría tener
la casa de Patricio Podestá. Pero esta película que te sacude y te saca a flote
los más profundos “malos” sentimientos nos demuestra que no hay forma de
comprar un mundo seguro.
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