Con gestos, con lugares, con caras, con distancias y acercamientos. Fue entonces que cerré mis ojos y me surgió una curiosidad, una necesidad, o mejor dicho, muchas ganas de saber como hacen las personas que viven sin poder ver. Me contacté con una persona que, a través de su carrera y de su proximidad con ellos, con todo su carisma y su integridad docente, me llevó, no solo a valorar, sino también, a “ver” y comprender como lee la vida un no vidente. Su nombre es Ariela Rosso, y ella es maestra y profesora de alumnos no videntes.
Estamos sentados de frente y ella espera la pregunta sin saber cual será, pero por su postura la noto muy segura. Y entonces, al terminar de escuchar la misma, sus ojos se iluminan, su boca sonríe tímidamente y se aferra al asiento como, no solamente acostumbrada a la ingenuidad de quienes no conocemos del tema, sino también como emocionalmente elevada. “Uno a ellos les enseña a tener contactos sensoriales y también emocionales. Ellos aprenden en el mismo tiempo que una persona vidente” y entonces se pone un poco seria. “Vos imaginate que ellos no pueden tener lenguaje corporal mas que el que se les enseña, porque no pueden captar por si solos como una persona demuestra un gesto”. Y ahí empiezo a entender que tan difícil entonces resulta enseñarles algo que para nosotros es tan común como sonreír. “Un día pasé por una escuelita para ciegos en Mar Del Plata y me encantó, quise ser parte de ellos y ayudarlos. Me gusta la fuerza que tienen para luchar contra su discapacidad. En la vida hay muchas personas que tienen todo a su alcance y no hacen nada por mejorar. Ellos tienen todo en contra y llegan a hacer cosas que son… grandiosas! –se exalta de emoción creo- y tengo mucha fe en lo que pueden llegar a realizar” -mientras sigue hablando yo sigo imaginando como hacen realmente.- “da mucha bronca cuando piden en la calle, detesto que lo hagan, porquesé que pueden estar trabajando. Pero como en los videntes, hay vagos, y eso tiene mucho que ver con la familia de la persona". Y me viene a la cabeza el equipo de fútbol de Los Murcielagos y el partido con la seleccion. En el medio de la charla se levanta y va a buscar una pizarra braille, que parece un rallador o una boleta de Prode agujereada, y un punzón con punta roma con el que se escribe manual mente. Y me explica que se escribe de derecha a izquierda, para que cuando demos vuelta la hoja, los puntos puedan leerse de izquierda a derecha. La maquina de escribir, Perkins, lo hace de la misma manera. También me dice que para poder leer braille es necesario estar entrenado o tener mucha practica. Así como saber que es necesario tener la temperatura justa enla yema de los dedos y que éstos estén totalmente limpios y sanos. Todo esto logra una buena “discriminación táctil”. Cosa que nunca había pensado, ni cuando en la feria del libro quise ver si podía interpretar mi nombre en braille en el señalador que me regalaron. También me cuenta que no todos son ciegos, que también existen los “advenedizos” que se les llama así a las personas que se le diagnostica un ceguera futura indefectible y que son los que llevan el bastón verde, puesto que no son totalmente ciegos. Ellos aprenden para cuando no puedan ver más.
Y para los que quieren leer, existe BAC, la Biblioteca Argentina para Ciegos, que edita libros clásicos de la literatura universal y argentina en braille (solo los hace a pedido o para leerlos in situ, puesto que son muy grandes, de varios tomos por cada libro y muy costosos). “Hoy en día la tecnología hace que una persona discapacitada pueda vivir como cualquiera. Ya sea desde un “E-books” (un libro electrónico) hasta un medidor de glucosas, y lo mas trascendental es un soft, llamado Jaws (que permite a través de una voz parlante escuchar lo que hay en la pantalla de una PC) y un celular para ciegos con pantalla B-Touch (es una matriz de puntos que muestra todo en lenguaje braille y que permite interactuar con todo el soft del equipo y con sitios web, mensajes de texto o con juegos mediante el tacto)” Ariela esta atenta a lo que le pregunto y muchas veces lo cuestiona, como si no se relajara del todo, como cancina de la ingenua prejuzgación mía, y en una postura casi como la de un no vidente. Está mimetizada con el tema y a la vez abierta a interlocutar ese mundo que no imaginamos.
“Lo mas importante para un ciego es aceptar que es diferente. A ellos les cuesta pedir ayuda. Sienten vergüenza y tienen miedo a los engaños, ya sea de dinero o sobre lo que quieran saber. Pero también sufren mucho el rechazo. Nosotros para poder ayudarlos a aprender, tenemos que ser rígidas, disciplinadas, tener empeño y dejar de lado la pena. Solo así uno puede ayudar a un discapacitado. Un ciego no puede vivir ajeno al mundo vidente. Tiene que saber que el semáforo esta en rojo, y que significa peligro. Tiene que ordenar sus ropas por colores, para ser coherente. Y para ello necesita aprender a pedir ayuda. Cada ciego tiene un mundo como cualquiera de nosotros. Su trabajo tiene que ver con la omnipotencia y la bronca que le genera la ceguera. Muchos no se resignan a una vida diferente”.
Para terminar le pido que me explique ese mundo que vive en la cabeza de alguien que siente la vida de otra manera: “Imagínate que un día no haya mas luz. Aun así tenés que seguir viviendo. El conocimiento de un ciego es como el universo para nosotros. Imaginamos como será, pero no sabemos lo que es”.
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